Toda verdadera destrucción es invisible, sutil. Cuando se idolatra algo en la sociedad sin el permiso de la racionalidad, pues hay siempre destrucción segura… y muy dura.

Los estragos del virus fueron pesados. Fiebre, cansancio, dolor de cuerpo, fatiga crónica, pérdida del gusto y el olfato y las repercusiones emocionales propias del padecimiento. Hoy se encuentra en proceso de recuperación, esperando los análisis correspondientes para descartar algún tipo de secuela.

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