Espinosa Yglesias, una de cal... (Crónicas sin censura 59)

Réplica y Contrarréplica
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Hablar de Manuel Espinosa Yglesias es referirse a una etapa importante de la historia del México financiero...

Implica necesariamente citarlo como ejemplo, como punta de lanza de aquella generación cuyo trabajo formalizó uno de los sistemas bancarios más audaces y productivos del mundo. Pero también incita a la reflexión porque su mentalidad evolucionada, abierta e internacional, vigorizó la intención del gobierno de José López Portillo para expropiar los bancos mexicanos.

     Podríamos decir que al filántropo le ocurrió lo mismo que a Luis N. Morones cuyo empeño en probar al sistema, valiéndose de su poder sindical, lo llevó al fracaso. Esto es porque nuestro banquero también puso a prueba la estructura política gubernamental, pero, según lo acaba de declarar, con catastróficos resultados económicos para él. A Morones se le acabó la presencia y el poder político que eran su riqueza. Y Espinoza Yglesias solo sufrió un terrible boquete en su bolsillo. Don Manuel que acaba de declarar a “Proceso” que es el empresario mexicano que más dinero ha perdido en este siglo, no padeció las presiones políticas de Morones, a pesar de su complicada relación personal con José López Portillo, origen y causa de todas sus desgracias monetarias.

     En el sexenio lopezportillista se dio lo que el presidente del país llamó apuesta contra México. Casi todos los ricos exportaron capitales a Estados Unidos. Al tiempo que especularon, pusieron a funcionar un proyecto que perseguía manejar el poder político de México. Quizá con ello pretendían destrozar las finanzas del gobierno para hacerlo dependiente del capital de los “apostadores”. Ocurrió lo que el lector sabe y la nación no tuvo que postrarse de hinojos ni ante los pulpos del Fondo Monetario Internacional ni a los pies de los especuladores de Wall Street.

     El destino hizo a don Manuel algo así como patrocinador de muchas causas, unas casuales y otras casuísticas. Su trabajo, inteligencia, pasión, constancia y tozudez sirvieron para que años más tarde surgiera la nueva pléyade de ricos, medio políticos y medio banqueros. De igual manera permitió al gobierno obtener los recursos suficientes destinados a popularizar las acciones de Solidaridad. Algo le deben, pues, muchos de los mexicanos beneficiados con los programas sociales del salinismo.

     Acá en Puebla su presencia filantrópica es notable. La Universidad de las Américas, el “campus” de la Autónoma de Puebla, el Parque Ecológico, el Centro Histórico y el Museo Amparo son algunas entidades que han recibido sus aportaciones. Y ya sabemos las repercusiones que tuvo y ha tenido el dinero de las fundaciones presididas por el señor Manuel Espinosa Yglesias (en el caso del futuro del inmueble del mercado La Victoria, existe alguna incertidumbre, debido a que por ahí circulan versiones sobre que dos o tres inversionistas le han echado el ojo para comprárselo al gobierno).

     Con el golpe financiero que recibieron los banqueros, incluido Espinosa Yglesias, una vez más se comprobó que es un error involucrar el poder económico con el político, que no son válidas las complicidades, que los ricos pretendan apoderarse del destino del país o que los políticos busquen a toda costa hacerse millonarios para manipular la economía de la nación. Ni unos ni otros tendrán éxito porque semejantes asociaciones siempre atentan contra el pueblo, sobre todo cuando con ellas se incrementa la pobreza social.

     Para que los nuevos banqueros, bolseros, industriales o empresarios puedan sobrellevar –si es que lo hay– el remordimiento de la extrema riqueza, ahí está el aprovechable ejemplo y experiencia del poblano patrono de las causas nobles, que aunque ardido, molesto, amuinado o defraudado con y por el gobierno de la República (López Portillo y De la Madrid), todavía tiene el suficiente dinero y entusiasmo como para seguir aportando a la sociedad muchas de cal por las que fueron, van y seguramente vendrán de arena.

Alejandro C. Manjarrez

31/III/1993