La política en Puebla estaba tensa. El gobierno de Mariano Piña Olaya no quería saber nada de propuestas sociales. La burocracia dorada solo deseaba satisfacer el ego del jefe del Ejecutivo. Y de acuerdo con las instrucciones de su asesor, los operadores contratados por éste, pretendieron minimizar e incluso perseguir a los críticos de la frivolidad Piñaolayista, entre los cuales obviamente destacaban los miembros de la corriente crítica poblana.

La caída del helicóptero fue un excelente tema para los analistas de la política. Algunos tuvieron oportunidad de sacar a relucir su ingenio. Otros hicieron gala de una pasión oportunista. Y no faltaron los que se aprovecharon del momento para dar causa a sus resentimientos. También –obvio– apareció uno que otro “jilguero”, cuya actitud haría sonrojar al apologista oficial más cursi...

La felicitación para el medallista tabasqueño-poblano aparecida en la prensa y firmada por el director del Instituto Poblano del Deporte, resultó tan oportuna como contradictoria. William de Jesús Córdoba tuvo que hacer una colecta para competir en Barcelona, ​​debido a que en Puebla, nadie lo tomó en cuenta, ni siquiera el señor Julian Haddad ...

Con el gobierno de Manuel Bartlett Díaz, se inicia en Puebla lo que bien podríamos llamar una justa y equitativa simbiosis política: el nuevo gobernador recibe una entidad que, a pesar de no haber perdido totalmente su pujanza, su fama industrial, su capital privado, su calidad educativa, y su clase política, se encuentra entrampada en una terrible crisis económica, cultural, burocrática, magisterial, agrícola industrial y comercial...

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