Recuperando la calidez

Vida & Sociedad
Tipografía
  • Diminuto Pequeño Medio Grande Más Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Entonces cuando en un momento de la vida la soledad lo ha invadido todo y decidimos retomarnos a nosotros mismos, no tenemos más calidez para restablecer el equilibrio. Recuperemos entonces nuestra calidez.

Escuchamos en muchas ocasiones la necesidad de que nos amemos a nosotros mismos, o de lo contrario, no podremos amar a nadie. Pero yo siempre he dicho ok, tienen razón, pero inmediatamente una pregunta me asalta ¿y cómo le hago si siento que no tengo más amor en mí? ¿Cómo inicio el proceso de amarme a mí misma?

En esta profunda soledad y vacío es difícil vislumbrar cómo puedo llenarme de amor cuando, en este punto, me siento con la necesidad de recibir amor y con pocas posibilidades de brindarlo. Siento como si mi vaso estuviera casi vacío y ahora emprender un viaje de auto-cuidado y auto-amor, parece un asunto tan complejo.

He cubierto con mi amor a diferentes personas, y por muchas razones, los he dejado y me han dejado, pero siento que no podría brindar nada más. Finalmente hoy me di cuenta que me he dedicado a ver al exterior, a dar todo a los demás. Me costó trabajo verlo, pero hoy veo mi necesidad de ser vista y escuchada, entendida y comprendida, sin que tenga que responder de la misma manera, no tengo más reservas en los manantiales.

¿Pero ya no tengo amor o es algo más? Utilizaré la siguiente metáfora: el amor es un manantial sagrado que reside en el lugar más profundo de mi corazón, y ese amor sólo se puede tomar con un cántaro; no existe otro instrumento para ello, se llama calidez, digamos que es el vehículo o el envase en donde se lleva al amor. Sin él, el amor existe, pero no tendremos manera de dárnoslo o darlo.

La calidez es la energía que viene de nuestro interior y con la cual cubrimos a los demás, los cubrimos con ella porque los queremos, porque los protegemos, queremos en muchos momentos que sientan todo lo que sentimos. Nos preocupa que estén a distancia, porque si fuera por nosotros estaríamos ahí todo el tiempo para ayudarles y cubrir sus pasos. Esta calidez se la damos a nuestros seres queridos; es un asunto de vínculos y sobre todo, a la pareja. Si por alguna o varias circunstancias decidimos terminar una relación por el desgaste de la misma, generalmente ser los ejecutores del cierre, no es la parte más bonita, aunque mucho decimos que es mejor dejar a que nos dejen, que supuestamente nos retiramos “con dignidad”; pero al final, el que deja al otro se queda preocupado por el daño que causó (siempre y cuando la persona le importe verdaderamente). De ser así, la calidez se queda para cuidar a la persona, es decir, nosotros nos vamos físicamente, pero nuestra calidez se queda con el otro en nuestra ausencia. Y obviamente, si se queda con el otro, no la tenemos para nosotros. Como para la energía no hay ni espacio ni tiempo, se puede quedar por mucho tiempo y hasta una vida entera.

Entonces cuando en un momento de la vida la soledad lo ha invadido todo y decidimos retomarnos a nosotros mismos, no tenemos más calidez para restablecer el equilibrio. Recuperemos entonces nuestra calidez.

En una hoja haz una tabla de dos columnas y del lado izquierdo enlista las relaciones de pareja ya concluidas, relaciones importantes, o personas a las que todavía recuerdes en donde hayas dejado asuntos pendientes. No te olvides incluir al GRAN AMOR en la lista. En la columna de la derecha coloca el nombre del lugar que te recuerda a esa persona. Por ejemplo: Carlos, su casa. Es decir, que el lugar más significativo de Carlos es su casa.

Coloca dos sillas, una frente a la otra. Ahora elige una fruta, la que desees, la que sea más apetitosa para ti. Si no te agradan las frutas puede ser un chocolate, de preferencia algo natural. Siéntate en una silla y coloca la fruta o lo elegido en la silla vacía.

Con tu lista en mano, visualiza a la persona, seguiré usando el ejemplo de Carlos, me imagino a Carlos y su casa. Entonces imagino que estoy en este lugar, sólo vine a recoger mi calidez, así que no me voy a detener a nada más. Colócate en la entrada de la casa y di lo siguiente: calidez, por _____ tiempo te he dejado aquí para que cuides y protejas a ________(Carlos), pero ya no es necesario que te quedes más aquí; necesito que regreses conmigo. Agradezco tu presencia y tu ayuda en este lugar. Visualiza cómo tu calidez a manera de una luz de color azul pálido, entra en la fruta que elegiste.

Ve haciendo el mismo ejercicio uno por uno con todas las personas que incluiste en tu lista. Hazlo con delicadeza, asegurándote que la calidez regrese y colocándola en la fruta elegida. Una vez que hayas terminado di lo siguiente: Calidez, te reconozco como una parte fundamental de mí; no sabía que te había perdido; ahora sé que representas el amor con el que he cubierto a las personas que he querido, representas el cuidado y mi presencia en la distancia. Eres la energía más sutil del amor. Te honro como una parte muy importante de mí. Toma la fruta en tus manos, hoy te recupero y te integro en mí, para poder desde ti comenzar el trabajo de cuidado y amor hacia mí.

Cómete la fruta elegida con tiempo, saboréala, ten conciencia de lo que representa, mordida a mordida, recuerda que no tienes prisa, la calidez tiene un ritmo de fuego lento, y así la debes recuperar en el poco a poco.

Una vez que has terminado, asienta toda esta energía azul dentro de tu ser, nutriéndote, sanando, teniendo en cuenta que representa el paso inicial en la recuperación del amor de ti para ti, para así sanar y estar listo, a tu tiempo, para la llegada del AMOR REAL, un amor a tu medida, maduro, sonriente, en donde no tengas miedo de dar ni de recibir, en donde puedas finalmente ser feliz.

Esther Guadarrama Benavides

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.