Salmón, vino tinto y pico de gallo

Arte y Creación
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Muchos pueden seguir las normas del vino, que el blanco con pescados, el rojo con carne roja, espumosos con grasas y el rosado con carne blanca (normalmente). Pues en los maridajes nos dan la opción de abrir horizontes y experimentar nuevas combinaciones ...

Se encuentra de moda una tendencia gastronómica placentera; las comidas maridaje. Éstas nos invitan a disfrutar los alimentos con nuestros 5 sentidos. Una charla con gente nueva se acompaña normalmente con una copa de vino. El barullo de las conversaciones en las mesas contiguas y un exquisito olor a cocina contemporánea en acción, dejan todo listo para que los comensales disfruten las creaciones culinarias. Éstas son regularmente obras de arte comestibles en un soporte de porcelana blanca. Las salsas agridulces dan color a este vacío y rodean el exquisito centro de atención de la obra de arte. El vino se sirve, primero a las damas, y luego a los hombres. Su color, olor y consistencia se “observan” primero, y -a posteriori- viene el sabor, las papilas gustativas trabajan para degustar esta bebida espirituosa.

Hay muchos chefs, enólogos, o mojones que presentan propuestas innovadoras, tanto que hasta se puede combinar un vino con comida mexicana con mixiote, incluso con mole poblano.

Hace unas semanas, me hicieron extensa una invitación para asistir a la Casa de Piedra, pues tenían una cena maridaje de 4 tiempos. Me acompañaron cuatro grandes amigos. En esta ocasión rompieron las normas del vino que refiero previamente y nos colocaron en la mesa un salmón envuelto en prosciutto, 2 salsas esparcidas como pinceladas de Picasso y una montañita verde blanca y roja; salsa pico de gallo. En las caras de los comensales se observaba el ceño fruncido, tal vez penasban: “Pero ¿qué es esto ?, bueno, estamos aquí para romper esquemas”, y minutos después no hubo un solo plato intacto en la mesa. Escuché conversaciones de gente sorprendida de la combinación tan grata que resultó esta fusión de ingredientes. ¡Delicioso! ¡Exquisito! ¡Guau! ¡Nunca pensé que supiera tan bien! Y pensé, “la gente lo aceptó”.

Y después llegó el plato fuerte: rollo de carne acompañado de un vino de Querétaro. ¿Vino de Querétaro? Me pregunté. No sabía que había viñedos ahí…

Al probar este vino, recordé una conversación que tuve con un conocedor hace unos meses. Me referí que Felipe II, Rey de España, en 1595 expidió una Cédula Real para impedir la elaboración de vino en la Nueva España, y ordenó arruinar los viñedos existentes, pues afirmaba que la calidad y cantidad que se producía amenazaba las ganancias comerciales de los españoles, tanto de productores como de distribuidores. Y ahí comprendí la sorpresa que tuvo el rey al probar ese vino. Estaba exquisito, y mejor aún, ¡está hecho en México!

Pilar Meré, en su Edición del mes de Club MBA describe claramente el progreso de México en la producción de vino de calidad mundial: “México entra en el escenario y empieza a participar, y a destacar, en los mejores concursos del mundo: El Chardonnay du Monde de Francia, Expoviña de Suiza, Intervin International Award de Estados Unidos, Monde Selection de España, Monde Selección de Inglaterra, Challenger International du Vin de Francia, Viñandino de Argentina, Concours Mundial de Bruxelles y Wines of the Américas.

Hasta hoy, en prácticamente 20 años, México ha obtenido más de 350 premios y reconocimientos internacionales que, libres de prejuicios y paradigmas, avalan la Calidad Mundial del Vino Mexicano.

Además, las diferentes bodegas vitivinícolas nacionales exportan sus productos a casi 30 países. Actualmente, la industria mexicana ofrece 200 diferentes tipos de vino, entre tintos, blancos, rosados ​​y espumosos, elaborados con la más moderna tecnología y con la mano experta de enólogos profesionales ”.

México ofrece una de las mejores calidades de vino en el mundo y una economía envidiable para muchos países. Es tiempo de romper las cadenas que nos atan a los productos hechos en otros países, solo por el rumor de que “en México no se hacen bien las cosas”. Al contrario, el café y el vino son dos ejemplos en la cúspide a nivel mundial.

El mundo está experimentando cambios muy drásticos, la Unión Europea, como dijeron los intelectuales europeos, no está en crisis, se está muriendo. Hay muchos problemas en todo el mundo, incluso aquí en México. Pero esto no nos exime de creernos lo que realmente somos (y no es cliché), un país rico en biodiversidad, cultura, ECONOMÍA, tradición, y darnos a la tarea de mejorar nuestro trabajo cada día para llevar la bandera más alto.

¡Bienvenida la moda global del café y el vino mexicanos!

 

Guillermo Ríos Delgado Falcón