Toda verdadera destrucción es invisible

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Toda verdadera destrucción es invisible, sutil. Cuando se idolatra algo en la sociedad sin el permiso de la racionalidad, pues hay siempre destrucción segura… y muy dura.

Con lo que se dice o con lo que se hace, cualquier destrucción (de las peores socialmente) es sutil, profunda y desapercibida. Sí, porque los recursos de alerta o las defensas del mismo bien (a través de la razón y de la concienciación humana) quedan neutralizados, inactivos u olvidados.

Por ejemplo, el Cambio Climático se estaba haciendo lenta e imparablemente, con gran irresponsabilidad, pasividad y complicidad de todos, ¡pero sin darse cuenta ninguno! ¡Obvio!, nadie-nadie se daba cuenta de nada a pesar de que todos presumían y presumían de supercualidades humanas que han hecho avanzar al mundo (pero gracias a ellos que nunca paraban de escribir libros de grandeza buenista y enloquecida).

También, por otra parte, la televisión basura la ha ido implantando Telecinco (o el demonio informativo que corresponde a otro país) hasta el punto de destruir la educación ética o la escala de valores de casi todos los niños de España; ¡Sin duda!, porque ni siquiera un dictador ha hecho más daño en ese aspecto: el de envenenar esa educación que hasta ahora era sagrada-intocable por los medios de comunicación. En fin, al margen, ellos siguen y siguen dándose premios y haciendo bonitas tapaderas, nazimente.

Asimismo, en evidencia, el machismo utilizado ya por todos los poderes modernos ha ido actuando sigilosa o silenciosamente ante cualquier conciencia humana; ¡Claro!, utilizándose a las mujeres para todo tipo de explotación sexual, no solo limitándose a la prostitución de siempre (de burdel o de puerta cerrada), sino a la cínica utilización de una exhibición publicitaria de sus cuerpos para la rentabilidad de todos los poderes económicos y, además, este maltrato se alarga a una hiperprostitución masiva que se ha ido demandando perversamente en la globalización o en Internet.

Toda gran destrucción se nutre de las prepotencias, ignorancias y estupideces humanas; no obstante, lo que siempre ocurre es que los seres humanos ahí ven solo sus “intenciones maravillosas” que no se terminan de “maravillosear”, y así tapan o impiden cualquier luz sensata o la luz del Sol. Sí, casi narcisistamente imposibilitan que se vea más allá de sus ombligos. Pero, ¡cuánto infinito dolor gratuito ha creado eso!, ni siquiera varios nazismos continuos conseguirían tal resultado de dolor.

Las miles de injusticias que han ido desarrollándose de los abusos sexuales de los representantes de la Iglesia también han sido solo posibles por el silencio, por el veto a la razón y por la inconsciencia terca de todos. Ése maldito mirar de todos hacia otro lado y ése fanático desproteger de todos al que aporta razón verdadera a la sociedad (a favor de unos ciegos entretenimientos manipulantes) es lo que ha permitido toda esta sociedad repleta de complicidades con el destruir o con inepto sentido de sus palabrerías.

En definitiva, toda destrucción grave socialmente ha sido sutil, silenciosa, vetadora de lo que sí es equilibrado, e imparable en inconsciencias y en vanidades. Toda gran destrucción, en la sociedad o en las mentes de todos, irresponsablemente va soterrada, prohibida en verse, y anestesiada con esos muchos mensajes de mierda (o sea, irracionales) que van puteando o fusilando o vacilando (en sus grandezas) los seres humanos o inhumanos o antihumanos.

 

José Repiso Moyano