Los tigres de la rifa (Crónicas sin censura 37)

Réplica y Contrarréplica
Tipografía
  • Diminuto Pequeño Medio Grande Más Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Dicen que Rafael Cañedo Benítez se sacó el tigre de la rifa. Quizás.

Pero resulta que en esa rifa hay varios tigres y uno de ellos está adornado con un moño azul y de su cuello cuelga una etiqueta donde aparece el nombre de Jorge Ocejo Moreno. De ahí que al priista y al panista les esperan días difíciles, de intenso trabajo. La contienda en Puebla, no será, de ninguna manera, una perita en dulce. Ninguno de los mencionados puede cantar victoria o festinar triunfos inciertos. Los dos están en peligro de perder las elecciones.

     A diferencia de Ocejo, los Cañedo han recorrido un largo trayecto en la política poblana. Podría decirse que Rafael se hizo político desde temprana edad, cuando en 1971 su padre, el señor Roberto Cañedo Martínez contendió como candidato del PAN a la alcaldía angelopolitana.

En la mesa del hogar Rafa escuchó y abrevó toda clase de experiencias, entre ellas la derrota, o el despojo del triunfo, sufrida por su padre frente al doctor Gonzalo Bautista O'Farril.

     En 1973 apareció en el escenario poblano el panista Alejandro Cañedo Benítez, hermano del ahora candidato del PRI a la alcaldía. Esa época le dio al PAN sus más importantes triunfos en las urnas. En Puebla, Cañedo Benítez ganó una curul de mayoría en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Un año más tarde se auto postuló como candidato a la Presidencia Municipal de la Angelópolis y perdió; según sus fans, la alquimia electoral le arrebató el triunfo.

     A don Roberto y a su hijo Alejandro les ocurrió lo que a muchos políticos que repudian los cacicazgos y las decisiones verticales y arbitrarias. En la entidad se habían dado las más severas condiciones sociales gracias a los caciques de la época. Primero fue la mano dura del avilacamachismo. La inercia caciquil llegó hasta los sesenta. Maximino Ávila Camacho había dejado una cauda de ahijados políticos gobernadores: Gonzalo Bautista Castillo, Carlos I Betancourt, su hermano Rafael, y finalmente Fausto M. Ortega. Posiblemente los Cañedo (que no Rafael) se hicieron panistas porque en esos años Acción Nacional ofrecía interesantes alternativas sociales. Todavía no era el partido de los empresarios o de los conservadores. Y su ideología mostraba rasgos de progreso, sin inclinaciones abiertamente derechizantes.

     Después vinieron los tiempos de tormenta para el panismo nacional, Alejandro Cañedo, entonces presidente del Comité Regional, Conchellista de corazón, tuvo que renunciar a su partido cuando fue enjuiciado junto con otros cuatro dirigentes que se habían manifestado contra la línea ahora ultra conservadora del PAN. Fue en ese momento cuando el hijo de Roberto Cañedo formó una administración paralela denominada Movimiento Democrático Mexicano. Posteriormente llegaron los tiempos de cordialidad partidista y Alejandro retornó al redil y de nuevo pretendió la candidatura a la alcaldía. Sin embargo, en su camino apareció un rival inesperado, Ricardo Villa Escalera.

     A partir del estruendoso surgimiento de don Ricardo, el PAN en Puebla adquiría un renovado aire decimonónico. El candidato usó todo tipo de epítetos contra su rival priista y contra el gobierno. Las señoras salieron a las calles a tocar sus ritmos con las cacerolas. Puebla fue invadida de propaganda blanquiazul. Y el PRI palideció ante las múltiples y variadas agresiones verbales del textilero, que resultó toda una revelación. Una vez terminado el proceso electoral, las huestes panistas invadieron las calles de Puebla llegando hasta la casa del gobernador Guillermo Jiménez Morales. Los muros de la residencia y sus moradores temblaron ante la chusma que los rodeaba. Estas acciones resultaron más que benéficas para el PAN. A pesar del enorme fraude electoral el gobierno poblano empezó a temerles y darles concesiones. No solo negocio alcaldías, sino que hasta reconoció triunfos y abrió espacios en la administración pública, albergando a recomendados con filiación panista.

     Curiosamente fue Francisco Fraile el organizador de la campaña de Ricardo Villa Escalera. En aquellos trabajos obtuvo la experiencia que hoy lo mantiene en la cúspide de su partido. Empero, los tiempos cambiaron y el PAN se ha debilitado en la misma medida que el PRI se ha fortalecido. Por ello, el equipo de Ocejo deberá poner los pies en la tierra y trabajar arduamente, en lugar de festinar su triunfo.

Podría quedar atrapado en las fauces del tigre porque, Cañedo, el priista es un hueso muy duro de roer y ya porta el antídoto contra el PAN. 

7/VIII/1992

Alejandro C. Manjarrez